La tecnología desempeña un papel crucial en la sociedad contemporánea, siendo un componente integral y dinámico del entramado social (Bertomeu, 2008). Sin embargo, su desarrollo y uso pueden dejar de lado perspectivas importantes, como la de las mujeres, lo que resulta en una construcción tecnológica incompleta e injusta (Castaño, 2008). Los espacios digitales emergentes, como las comunidades virtuales, ofrecen nuevas formas de interacción social que desafían los roles de género tradicionales, aunque su desarrollo sigue siendo influenciado por intereses corporativos (Wacjman, 2006). Se reconoce a Internet como una herramienta potente tanto para la movilización política como para el empoderamiento femenino (Vázquez y Añino, 2008).

Para lograr una sociedad digital justa y equitativa, es fundamental abordar los estereotipos de género y promover el acceso igualitario a la tecnología, permitiendo una participación plena de las mujeres en su desarrollo y uso (CEPAL, 2023; Castaño, 2008). Esto implica no solo aumentar la representación femenina en carreras tecnológicas, sino también eliminar las barreras percibidas que puedan disuadir su participación (Sáinz y González, 2008). La transformación digital debe ser inclusiva y estructural, promoviendo un círculo virtuoso de conocimiento y oportunidades para todas las personas, con especial atención al impacto en la vida cotidiana (Castaño, 2008).

En conclusión, la inclusión de las mujeres en la esfera tecnológica es fundamental para garantizar que la tecnología refleje las necesidades y perspectivas de toda la sociedad. Es necesario adoptar enfoques inclusivos y equitativos en el desarrollo y uso de la tecnología, reconociendo y abordando las desigualdades de género presentes en la sociedad contemporánea.